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Conocer nuestro sistema familiar

La creencia de que somos seres individuales ya está caduca: todas las personas estamos vinculadas y vivimos en relación. En el momento que nace un niño o niña este está inmerso en una red de sistemas humanos, de su familia y sus antepasados y de todas las personas que irán apareciendo en su vida.

Y esto también es aplicable a nosotros mismos/as. Hay vínculos que son de por vida y otros que solo duran una época de la nuestra. El sistema familiar en el que nacimos, por muy lejos que esté o por poca relación que tengamos, sigue formando parte de nosotros y así será siempre. Y lo mismo pasa con la familia que creamos.

A través de conocer nuestro sistema familiar de origen podemos poner mucha luz en nuestro presente. Podemos entender más las dinámicas que hoy estamos teniendo en diferentes contextos o relaciones de nuestra vida.

Poner consciencia sobre cómo es nuestra familia y cómo vivimos los vínculos cuando éramos niñas nos ayuda a entendernos a nosotras mismas. Esto permite darse cuenta de cómo nos vinculamos ahora, qué tipo de rol solemos ocupar, cómo vivimos en pareja… Existe una tendencia a repetir patrones de las madres y padres, y también a rechazarlos y querer ser diferente. Tanto una opción como la otra no nos permite ser libres y escoger lo que realmente queremos para nuestra vida, ya que el inconsciente toma mucho peso. Imagínate que eres un árbol, tus raíces son necesarias y siempre están en tu base aunque no las veas.

Por esto, comprender más las dinámicas familiares, tanto de la familia de origen como de la creada, nos puede ayudar a liberarnos de todo aquello que hacemos sin darnos cuenta.

Solo a través de poner luz a aquello que no vemos podemos cambiarlo y sentirnos más libres y auténticos. Para poner luz hace falta amor y aceptación. Y conectar con el agradecimiento a la vida que se nos fue dada fuera en el sistema familiar que fuera, ya que gracias a esas personas y sus antepasados tenemos lo más bello: la vida.

Ilustración de Greta Serra @gretaserra

Texto de Gemma Puigcercós – equipo de Educar Juntos @educarjuntos

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