grupos de docentes

La necesidad de tener grupos docentes de intercambio profesional

En las escuelas e institutos los días pasan muy rápido y a un ritmo trepidante. Tanto que muchas veces no encontramos tiempo para atendernos a nosotros mismos personalmente y ni como grupo para hablar de nuestras inquietudes y dificultades del día a día. Esto nos ayudaría a encontrar soluciones, recursos y lo que más falta hace: calma. Es por esto que surge la necesidad de tener grupos entre docentes para escucharnos y compartir nuestras vivencias, acogiendo a los demás y sintiéndonos acompañados, ya que educar juntos nos aporta más que educar en soledad. 

Al principio de nuestra vida, es en el seno familiar donde vamos a ser acogidos en la primera socialización y vamos a sentar las bases hacia nuestra primera educación. La educación se da en un lugar compartido, en tanto que somos seres relacionales y vivimos en comunidad. En nuestra labor como maestros debemos recordar que educamos juntos, que el aprendizaje y la enseñanza sólo es posible por medio del vínculo con el otro. Un vínculo cada vez menos jerarquizado y más empático que posibilita una relación más respetuosa. 

Sin embargo, la práctica educativa tiene una parte «más en solitario». Es inevitable pensar que en la práctica en el aula, el docente está más solo. Esto es una falsa ilusión puesto que nuestra labor también descansa en las reuniones con el resto de miembros de la comunidad educativa. En estas reuniones podemos pedir ayuda a los compañeros y éstos nos pueden ofrecer diferentes opiniones, estrategias y herramientas útiles para poder gestionar nuestras inquietudes. Sin embargo, nos encontramos con que estas reuniones son insuficientes y en muchos casos, no se ahonda en las situaciones reales del aula, puesto que el carácter de complejidad del conjunto escolar y la urgencia de otras propuestas se lleva el protagonismo. El intercambio a veces es el que está establecido por horarios y suele enfocarse en las cuestiones más burocráticas de la escuela.

Entonces el docente vuelve a sentirse solo, desamparado en una institución en el que la única forma de poder mejorar su circunstancia es a partir de la formación continuada en muchos casos fuera de la escuela y valorando la necesidad de compartir sus inquietudes en grupos de profesión. A veces lo profesional transfiere lo personal y la escuela no siempre da respuesta a estas preguntas que sugiere la práctica docente.

Como maestros, desde Educar Juntos conocemos la importancia de encontrar un espacio donde poder compartir todas estas inquietudes que la sociedad y la escuela nos hacen considerar. Estos grupos de reflexión donde apremia la participación y el sentido de pertenencia desde una óptica no juiciosa nos permiten liberarnos de esas creencias limitadoras que tenemos sobre la educación. No está de más recordar el efecto pigmalión en el que vemos cómo nuestras creencias tienen un impacto en el rendimiento y conducta de los alumnos. ¿Qué pasaría si pudiéramos cuestionar algunas creencias aprendidas en la universidad? ¿Y si dejáramos de lado las aprendidas por nosotros mismos, según nuestra experiencia en el aula? Es muy posible que nos diéramos cuenta de que hay muchas creencias sin fundamento y nuestra percepción mejoraría.

Otro de los objetivos importantes en estos grupos de desarrollo es sencillamente el poder ser escuchados compartiendo recursos, herramientas, miradas y opiniones. Nos sentiremos aliviados cuando compartimos nuestras inquietudes y éstas puedan ser escuchadas y reconocidas por otros compañeros de profesión. Un seguimiento sobre aquellos temas más necesarios permitirá resolver y mejorar situaciones incómodas o aquellas en las que nos sentimos más estancados. Es importante que en estos grupos de reflexión y de intercambio nos permitamos un espacio en el que podamos ser y a partir de allí crecer como profesionales sin olvidar la implicación real en nuestra vida personal.

Es importante destacar que la educación nunca termina de hacerse, no tiene un final, siempre estamos aprendiendo y formándonos. Ya sea en nuestra vida cotidiana, en diferentes formaciones, en relaciones laborales, con nuestros alumnos, etc. Recordar que también somos alumnos en esta vida nos permite acercarnos a un lugar donde sucede de nuevo un darnos cuenta que nos ofrece un aprendizaje muy valioso.

Texto: Gisela Martínez Salamí

Ilustración: Gemma Puigcercós Ducet

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